Minería romana de Castropodame
 

De nuevo hemos tenido el placer de haber recibido un artículo de Rogelio Meléndez Tercero.  Este es el primero de dos partes que serán publicadas en el Diario semanal Bierzo 7 con el título “las explotaciones auríferas romanas de Castropodame”.

Artículos de especial relevancia por lo que las excavaciones “nuestras cuevas” significan para el pueblo, el cariño que les tenemos y de las que realmente sabemos poco.

Espero que sea sumamente interesante para los usuarios. Os animo a dar vuestra opinión en  el FORO (Pincha aquí) y a disfrutar.

Mil gracias, como siempre, a Rogelio y os sigo animando a todos colaborar.
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LAS EXPLOTACIONES AURIFERAS ROMANAS

DE CASTROPODAME (I)

                                   Por  Rogelio Meléndez Tercero

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En múltiples parajes del término municipal de Castropodame; se conservan las  huellas de la explotación aurífera romana.

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            La Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Bembibre, ha tenido la idea de organizar una exposición sobre la actividad y la presencia romana en el vecino municipio de Castropodame. La exposición puede contemplarse en  la  Casa de las Culturas (Museo “Alto Bierzo”) de Bembibre hasta el próximo día 30 de agosto y es una buena excusa para hacer hablar del tema. Se ha realizado bajo la dirección del historiador de Bembibre, Manuel I. Olano Pastor y ha sido posible gracias a la colaboración no sólo del Ayuntamiento de Castropodame; si no de otros del entorno como Noceda y de algunas personas e instituciones que no citaré por ser la lista un tanto extensa. En la propia exposición se hace referencia expresa a las colaboraciones citadas.

Es en las proximidades del núcleo habitado de Castropodame donde se halla el conjunto mas notable de labores mineras, “a un cuarto de hora al Sur del pueblo, en la falda de un monte”, como ya dijera a mitad del siglo XIX Pascual Madoz en su célebre diccionario; pero también en el resto del término municipal, se localizan huellas de presencia romana y su actividad minera. En Calamocos en los parajes de Las Vallinas y Los Valleos, hay pequeñas explotaciones sobre terreno terciario (terreno blando y rojizo parecido al de Las Médulas). Además en todo el valle de Valdecarrizas, cuya cabecera se sitúa ya en término de Molinaseca, se encuentran las que parecen ser labores más importantes. En las proximidades de Turienzo Castañero y S. Pedro Castañero también hay huellas de la actividad romana. Muy cerca de Matachana se halla un castro (Ver fig 1) que según ciertos testimonios (no confirmados eso si); es el lugar de aparición del célebre Edicto del Bierzo o Edicto de Bembibre, ya que se señalan otros dos posibles lugares de aparición en ambos casos dentro de este municipio. Uno de los mojones (roca cilíndrica de granito); divisorios de los términos anejos de Villaverde de los Cestos y Castropodame, es quizá de origen romano; incluso se especuló con que podría ser un miliario; sin embargo no hay pruebas concluyentes y además los análisis que yo mismo realicé en documentos de siglos atrás en busca de alguna pista (alusión a alguna inscripción que hubiese tenido la roca por ejemplo), resultaron totalmente infructuosos. Entre Calamocos, Almázcara y Villaverde se halla además el paraje de La Magdalena un firme candidato (luego lo justificaré) para ser un antiguo asentamiento romano. Asimismo en las proximidades de Viloria en el paraje de “Vallouro”; hay restos de la actividad minera romana.

En definitiva en todo el término municipal de Castropodame, hay lugares interesantes. Hace escasos años hubo un intento de realizar con la ayuda de la Junta de Castilla y León un estudio detallado de esta cuestión (Plan PAHIS), con el objetivo final de poner en valor todos los restos romanos que aún se conservan. Se tenía previsto incluso realizar excavaciones, (con personal cualificado obviamente) y llegar a crear un aula arqueológica. Se iniciaron los primeros estudios y trámites pertinentes; pero por razones que no vienen al caso todo se quedó en un intento. Así pues los “romanos de Castropodame”, seguirán sin salir a flote.

La infraestructura minera llevada a cabo por aquellos se extiende claramente fuera del término municipal de Castropodame. Una muestra singular es, por ejemplo, el túnel llamado “El Forao”, (Fig 2)que existe en el borde meridional del valle de Vendañuelo ya claramente en término de Molinaseca en las proximidades de Paradasolana. Existe un pequeño apunte (inédito), realizado en el año 2006, sobre esta labor. Si tenemos en cuenta no sólo la actividad minera, si no la presencia romana en general, entonces el cúmulo de datos es muy superior. A modo de ejemplo cabe citar el hallazgo en 1999 de una inscripción funeraria encontrada entre Almázcara y Villaverde de los Cestos y que ha sido estudiada por Inés Sastre Prats (Instituto de Historia del CSIC). En una palabra que a la hora de realizar estudios históricos con rigor científico se pone en evidencia que resulta absurdo aferrarse a cuestiones localistas. Es preciso considerar el contexto general de los datos que tenemos. Esto es así porque la actual división administrativa que decimos es “de toda la vida”; no es evidentemente ni muchísimo menos la de toda la Historia.

Las circunstancias señaladas se han tenido en cuenta al planificar esta exposición. Se hace referencia no sólo a la pedanía de Castropodame si no al conjunto del municipio y se hizo en colaboración con otros municipios. La cultura ha de ser por principio patrimonio común de la Humanidad.

 

EL CONOCIMIENTO RACIONAL Y CIENTIFICO DEL PASADO

 

La trayectoria que han seguido estas viejas labores mineras, y la actitud del vecindario ante ellas, es similar a la que en otras muchas partes han experimentado los restos del pasado. Durante siglos fueron contempladas básicamente con total indiferencia. Dada la mentalidad imperante se debían considerar simples caprichos de la naturaleza o quizá caprichos de Dios que al crear el Mundo tuvo a bien hacer el paisaje como lo vemos. Con el paso de los siglos se debió pensar no obstante que eran obra de los antepasados y en concreto de los musulmanes. Aún se denomina “La Cueva del Moro” a una de las labores conservadas. Pero el estudio de tales antiguas minas no tenía interés alguno para nadie. No servían para dar de comer al cuerpo, ni para la salvación del alma. Por otra parte no hemos de olvidar que las escuelas mas elementales (pera saber leer y escribir), se empezaron a instalar en los pueblos mas pequeños a lo largo del siglo XIX. Hoy todo el mundo tiene una idea mas o menos exacta de quienes eran los romanos, los visigodos o “los moros”, pero hasta hace escasas décadas no. Si añadimos el hecho de que no están muy lejanas las épocas, en las que los habitantes de los pueblos se hallaban abrumados por las continuas labores agrícolas y ganaderas, privados de la información más elemental y muy controlados en lo que atañe a la libre circulación de ideas; tenemos la explicación de la despreocupación y el olvido que durante cientos de años han experimentado estas minas. Quizá lo único que mantuvo un cierto interés fue la posibilidad de que en ellas estuviese escondido algún fabuloso tesoro, que lógicamente hasta el momento nadie ha encontrado.

Por suerte y casualidad se han conservado muchos documentos sobre el pasado de Castropodame, que son especialmente abundantes a partir del siglo XVI; sin embargo con anterioridad al siglo XIX, las únicas referencias conocidas sobre estas antiguas labores son las obtenidas de la toponímica. Algunas han llegado a nuestros días. En el siglo XIX, renació el interés por las antiguas explotaciones de oro romanas en todo el NO de España, lo que explica porqué es sólo a partir de estas tiempos relativamente recientes, cuando en archivos y bibliotecas hallamos algunos datos sobre las mismas.

Por lo que respecta a las explotaciones de la pedanía de Castropodame; la primera referencia hoy conocida la hallamos en el Diccionario de Madoz (1845-1850), en el que ya se dice que al parecer una compañía había reconocido la zona con el ánimo de reanudar la extracción de oro .Desde la mitad del siglo XIX y hasta ya bien entrado el siglo XX se mantuvieron mas o menos vivas las expectativas de extraer oro y sin duda por ello son ya varios los datos del siglo XIX que hacen referencia al asunto. Entre la documentación existente en el  Archivo Municipal de Castropodame, hay varias. Una muy curiosa del año 1880 en la que ya se cita expresamente al paraje de La Encinal y se habla de explotar cuarzo aurífero; se puede contemplar en la exposición.

Por aquellos años la jefatura de minas (de León supongo) remitió a Madrid un ejemplar de “tierras auríferas” procedente de la Mina California en el término de Castropodame; para ser exhibido en una exposición que tuvo lugar ni mas ni menos que en Madrid. Así lo señala el ingeniero D. José María Soler en una obra publicada en el año 1883, sobre la minería de la provincia de León.

En el siglo XX (antes de la Guerra Civil al parecer); debieron tener lugar incluso trabajos de explotación en toda regla si bien de escasa importancia, según testimonio verbal de uno de los vecinos del pueblo. También en este siglo XX empiezan a mirarse estas minas desde una perspectiva puramente cultural. En efecto D. Severo Gómez Núñez en una conferencia pronunciada en la Sociedad Geográfica Nacional en el año 1931, habla con cierta extensión de ellas y de una moneda romana (de la época del Emperador Tiberio), hallada en el paraje de La Magdalena por el maestro de la escuela de Castropodame D. Faustino Cepeando, el cual la entregó a su vez a un teniente de la Guardia Civil (D. Valentín González Ballesteros) que tenía una casa en Castropodame, que por cierto aún se conserva.

De todos modos la preocupación o el interés puramente científico y/o cultural por estos restos del pasado, era una excepción. Para la inmensa mayoría del vecindario sólo el aspecto económico (el oro siempre evoca riquezas y tesoros) era lo que contaba. Ello explica la aparición de una enorme cantidad de dimes diretes y leyendas sin fundamento científico; alguna de las cuales aún perdura. La escasa sensibilidad cultural y científica mantenida durante siglos, explica también porque los restos que pudieron hallarse sobre el pasado romano de Castropodame y su entorno se despreciaron con la mayor naturalidad. Cuenta Jesús García García en su obra “Pueblos y ríos bercianos.” que el cura del lugar Sr. Buelta encontró  “entre otras cosas, un ara romana”. El cura en cuestión debió ejercer su labor en Castropodame antes de la Guerra Civil y de las “cosas” que encontró no hay que yo sepa ni siquiera un mínimo croquis o descripción.

En medio pues de tanta indiferencia no es de extrañar que cuando en el año 1978 Antonio Díaz Carro publica su obra “Historia de Bembibre” y habla de estas minas de Castropodame puntualice que “no han sido estudiadas” al menos por lo que el sabía. En efecto el primer estudio no apareció hasta el año 1988, en la revista Estudios Bercianos. Como autor del mismo puedo decir sin reparo alguno que es bastante mediocre, porque hay un aspecto esencial de las minas que pasó casi inadvertido. En todo caso se trata –quizá- del primer análisis que se intentó hacer con criterios racionales y científicos, dejando a un lado otras consideraciones En el año 1993, en el libro “Historia de la Antigua Real Villa de Castropodame”; amplié un poco lo ya expuesto en 1988 y sobre todo di mas importancia al laboreo efectuado sobre el yacimiento primario del que luego hablaré con mas detalle, mencionando ya la existencia de unas “piedras muy curiosas”,que describiré en estos artículos. En años mas recientes los estudios realizados en Las Médulas y Llamas de la Cabrera (Roberto Matías Rodríguez y otros);así como el lento goteo de observaciones que de modo esporádico he ido realizando en Castropodame, han servido para completar el cúmulo de datos que conozco respecto a estas labores mineras .

 

 

 

EL METODO DE “ARRUGIAS”EN CASTROPODAME

Centrándonos en las explotaciones mas conocidas y de mayor magnitud, esto es las de la pedanía de Castropodame; hay que señalar que se extienden por los parajes que los lugareños llaman La Encinal, Los Valles, La Devesa, Nogaleas, La Llamona, La LLamina, El Carbayal y El Carbayo. principalmente Estas explotaciones son un ejemplo más de los muchos que existen en todo el NO de España y en Norte de Portugal. Aunque en Castropodame, compresiblemente tienen mucho interés por saber la “categoría” o importancia que pueden tener estas minas; lo más importante hoy por hoy es estudiarlas mucho más de lo que se ha hecho a lo largo de sus 20 siglos de historia. Después ya veremos las conclusiones. Es evidente (ya lo sugirió A. Díaz Carro) que su morfología recuerda a la de Las Médulas y es evidente asimismo que muchas de las estructuras mineras de Las Médulas las encontramos también en Castropodame. En los parajes precitados y su entorno se conservan, restos de canales, galerías, varios estanques, amplias escombreras, lavaderos, un túnel y varias hectáreas de terreno con evidentes huellas de explotación, que lo atestiguan; pero está bien claro por otra parte que tienen notables diferencias, cuyo origen hay que buscarlo en la distinta naturaleza geológica de los terrenos de Castropodame y Las Medulas. En este último lugar se trabajó sobre terreno que los geólogos llamamos “Terciario”. Se trata de un terreno relativamente blando, cabría calificarse (coloquialmente); como “tierra roja mezclada con piedras de diverso tamaño”, en definitiva un yacimiento en aluvión o secundario.

El laboreo minero desarrollado sobre este tipo de yacimientos; ha sido descrito hasta la saciedad, en gran medida debido a la enorme difusión que han tenido las explotaciones de las Médulas y su entorno. No estimo pues necesario insistir sobre el mismo. Si creo interesante indicar que algunas frases del escritor romano Plinio El Viejo pueden aplicarse perfectamente a este caso. Se habla por ejemplo de canales, de estanques en la parte mas alta de los montes, de como el agua sale de ellos con tanta fuerza que arrastra las rocas, de los canales de lavado… A este respecto cabe señalar que existe una recientísima traducción (año 2008) de los textos del escritor, que ha sido efectuada por Maurilio Pérez González y Roberto Matías Rodríguez. La principal novedad que presenta respecto a otras preexistentes, es que en la misma se tuvo en cuenta la visión técnica que siempre aportan los ingenieros. Las matemáticas como siempre hacen honor a la conocida frase de que “toda ciencia tiene de ciencia lo que tiene de matemática”. Este tipo de laboreo es el denominado por el propio Plinio como arrugias, según es ampliamente conocido. En el estudio sobre estas minas de Castropodame realizado en el año 1988 y ya citado, se hace mucho hincapié en este tipo de labor, pero apenas se habla de otro aspecto que sin embargo- actualmente- se revela como tan importante o más que el de las arrugias. De ello hablaré en el siguiente capítulo.

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LAS EXPLOTACIONES AURIFERAS ROMANAS

DE CASTROPODAME (y II)

                                   Por  Rogelio Meléndez Tercero

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En las paredes de las casas de Castropodame, aun se conservan morteros utilizados en el proceso de extracción del oro. Estos morteros han pasado inadvertidos durante 20 siglos.

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UN YACIMIENTO PRIMARIO

            Desde cualquiera de las vías de comunicación que discurren por Almázcara, se divisa, justamente a la altura de esta localidad, la zona excavada por los romanos al lado de Castropodame. En esta zona, uno de los aspectos que mas llama la atención del visitante son los tramos de galerías mineras que aún se conservan. Se denominan habitualmente “cuevas”. La cueva del Corralón, la cueva del Moro, la cueva del Sil… No hay (al menos que yo sepa) ningún tipo de plano levantado sobre estas “cuevas”. No obstante y a falta de esto lo que si he realizado es algunos croquis efectuados utilizando una cinta métrica.

En la Cueva del Moro hay una galería de 16 m de la cual parte otra de 7 m al final de la cual existe un pozo prácticamente vertical de 13 metros. A partir del mismo en varias direcciones y también hacia abajo haya varios metros más de labores. En la cueva del Sil hay asimismo más de 10 metros de galerías; pero es sobre todo en la llamada cueva del Corralón donde se supera el centenar de metros. En todos los casos al final de las galerías se encuentra lo que los mineros actuales del carbón denominan una quiebra; es decir la galería obstruida por rocas desprendidas del techo y /o los hastiales.

Hay múltiples razones para pensar que la longitud total de labores inicialmente realizada fue muy superior a lo que actualmente se puede constatar. Parece evidente asimismo que en muchos casos estas labores fueron tan superficiales, que su colapso ha provocado lo que los lugareños denominan aún Los Valles. Si hubiese que buscar en las actuales explotaciones carboníferas labores que recuerden a las de los romanos; deberíamos elegir los contraataques por estéril que a veces se hacían para obtener escombro con el que rellenar los talleres explotados; aunque mas que hablar de contraataques cabría hablar en el caso de esta minería romana, de verdaderas cámaras de una amplitud tal que cabría dentro perfectamente una o varias habitaciones. El ejemplo mas elocuente se halla en La Cueva del Corralón. La consistencia del terreno (cuarcitas con vetas de cuarzo) y el hecho de que son de poca profundidad y por tanto la presión litostática que soportan es escasa; hacen que después de 20 siglos y sin ningún tipo de sostenimiento sigan en pie; aunque eso si hay una enorme cantidad de costeros que han ido cayendo hasta cubrir casi siempre por completo el primitivo suelo de las labores. Si tenemos en cuenta el coeficiente de esponjamiento de los materiales desprendidos (en progresión geométrica decreciente), es fácil entender visitando la cueva; que el volumen total inicial excavado debió ser considerable. La buena ventilación y otras circunstancias llevan a pensar que en estas labores había siempre una segunda salida, que permitiría (efecto chimenea), la existencia de corrientes de aire necesarias para la posible utilización del fuego (lo cita el propio Plinio) en el laboreo. La disposición de las labores subterráneas respecto a los canales de evacuación del agua de los estanques, es tal que sugiere que en efecto corrientes de agua pudieron ser utilizadas para contribuir a la fragmentación de las rocas por brusco enfriamiento tras ser previamente calentadas.

Es evidente que sobre terrenos de este tipo (cuarcitas); no cabe en modo alguno aplicar el tipo de laboreo que se utilizó en Las Médulas. En Castropodame a diferencia de lo que ocurrió en Las Médulas a escasos metros de profundidad bajo el recubrimiento de terreno blando y rojizo, aparece lo que coloquialmente podemos llamar la peña dura y bien dura por cierto. Técnicamente este yacimiento se denomina primario, pues desde el punto de vista geológico resulta obvio que el terreno terciario, es el resultado de la transformación de este terreno rocoso y mucho más antiguo. Las cuarcitas (geológicamente se encuadran en la Serie de Los Cabos) y diques de cuarzo existentes en Castropodame son materiales mucho mas antiguos que el denominado terciario.

Además de cuarcitas se hallan en Castropodame y justamente en la zona de explotación las denominadas Pizarras de Luarca. Su color habitual es el negro, pero en los parajes de Los Valles y la Encinal presentan unos tonos rojos y blancos porque están fuertemente alteradas debido a fenómenos de índole geológica. Esta circunstancia las convierte en materiales más blandos de lo normal. Precisamente en este tipo de pizarras rojizas y blancas hay una curiosa galería, cuya interpretación aún está sujeta a discusión y en la que se han conservado nítidamente huellas del proceso de excavación (marcas de los picos o piquetas). También se ven una serie de huecos que podrían ser lucernarios similares a los hallados en Llamas de Cabrera.

En los últimos años y poco a poco parece haberse avanzado bastante en el conocimiento del tipo de labor minera que se efectuó para poder extraer oro de este yacimiento primario, aunque todavía hay muchas cuestiones que aclarar.

MORTEROS Y MOLINOS

 

En muchas de las casas de Castropodame se conservan en las paredes unas piedras singulares que parecen haber sido totalmente ignoradas durante 20 siglos. Es comprensible que los vecinos del lugar no les hayan concedido jamás importancia alguna; máxime si tenemos en cuenta que incluso entre algunos expertos en historia antigua y hasta hace pocos años su interpretación ha sido objeto de controversia. El último dato que me ha llegado al respecto es no obstante que en 1971 el investigador portugués F.Almeida; ya había dado una interpretación correcta de estas piedras. Parece ser que nuestros vecinos de Portugal y en este punto concreto han ido por delante en la labor investigadora. Se trata de unas rocas (siempre son de cuarcita y sólo excepcionalmente de cuarzo) que tienen unas pequeñas cavidades que parecen haber sido consecuencia de machacar algo sobre las mismas.

Fue por lo que yo recuerdo con posterioridad al año 1983, cuando en el paraje conocido como Llamillas se halló la primera de estas “curiosas piedras” cuya presencia no paso inadvertida. De inmediato se planteó el problema de saber de que se trataba. Fueron analizadas por expertos, pero sin llegar a una conclusión definitiva. Poco a poco en el paraje citado fueron apareciendo más. Llegué a contabilizar mas de 20 ejemplares y posteriormente las localicé también en otras partes, como las zonas de evacuación de estériles (parajes de El Carbayo, El Fontanón, El Carbayall) y en otros lugares siempre próximos a las minas (La Encinal, El Pozo de Villar), e incluso al lado mismo del río Boeza, en la pared de la ermita de S. Bernardino. También aparecieron en las paredes de las casas del núcleo habitado. Aquí he contabilizado más de 20 pero menos de 30.Puntualizo esto, porque debido a la nula importancia concedida a estas piedras a veces y por las mas diversas causas (reforma de edificios por ejemplo), ya no es posible verlas donde en su día estuvieron. No es fácil hacer un seguimiento pormenorizado de todas y cada una de ellas. El consuelo es que debido a su extrema dureza y consistencia se conservan muy bien; así pues en vertederos o escombreras actuales debe hallarse más de una.

En el año 2000, Ignacio Fidalgo Piensos en el semanario “Aquiana” publicó un artículo en el cual además de hacerse eco de las “divergencias de criterio”, que los especialistas en el tema (Sanchez Palencia y C.Domerge),mantenían respecto a la interpretación de estas piedras; señalaba que se utilizaban para “triturar la cuarcita aurífera”. Habló de medidas concretas de las oquedades que presentan y puntualiza que estas son coincidentes en los casos de Castropodame y las Rubias en Corporales. También señala que “no se pueden confundir estos morteros con otras piedras que presentan múltiples oquedades” y que se han encontrado en las proximidades del Teleno. El descubrimiento en el año 2002 y la consiguiente publicación (“Estudios Bercianos”. Junio de 2008); de un extenso artículo (del Ingeniero de Minas, Roberto Matías Rodríguez), sobre las labores mineras de de Llamas de Cabrera supuso, hasta la fecha, el último eslabón importante de cara a la interpretación de estos morteros. El tipo de labor desarrollado en Llamas de Cabrera (minería hidráulica superficial e importantes trabajos de minería subterránea); es el mismo que el utilizado en Castropodame, y en terrenos de idéntica naturaleza geológica. Roberto Matías en el artículo de Estudios Bercianos, no cita ningún tipo de piedra para triturar ni moler el cuarzo aurífero, pero posteriormente los buscó y los encontró. Presentan unas características tan similares a los de Castropodame; que a simple vista resultan idénticos. Debo insistir no obstante en que como he dicho anteriormente, ya en los años 70 (Ameida); del pasado siglo se publicó la que ha resultado ser interpretación correcta de estos restos.

También en Llamas de Cabrera y en otras zonas del NO de la península Ibérica han sido estudiadas otras piedras (a menudo de granito), que asimismo abundan en Castropodame donde por abrumadora mayoría son de naturaleza granítica. Estas piedras aparecen junto a los denominados morteros de cuarcita y lógicamente en las paredes de una gran parte de las casas de Castropodame se conservan fragmentos de ellas. Este tipo de restos no parecen haber supuesto para los investigadores un problema de interpretación. Las estrías que presentan y otras características denotan que son piedras de molino. El punto que ahora se presta a discusión es si se trata de molinos exclusivamente romanos y específicos para moler terrenos auríferos o si también son producto de otras épocas y diferentes usos. En el caso concreto de Castropodame y por lo que a mi respecta no he realizado un seguimiento tan minucioso como sobre los morteros de cuarcita (debido a las dudas sobre su interpretación ya señaladas); pero ahora pienso que hay que replantear la cuestión. A todo lo dicho cabría añadir que es el propio Plinio el Viejo quién utiliza unas expresiones, que están en consonancia con la idea de triturar y moler  el cuarzo para extraer el oro. Dice el escritor romano en concreto: “Lo que se ha extraído se tritura, se lava, se tuesta y se muele. A la harina resultante…”. Las palabras citadas son referidas “al oro que se extrae mediante pozos de mina” y aún precisa mas señalando que el oro esta “adherido a los fragmentos de roca marmórea”.

Esta roca no puede ser otra que el cuarzo, pues dado su brillo y color recuerda al mármol. En conclusión, tras analizar las ideas expuestas por Roberto Matías y otros investigadores; teniendo en cuenta los escritos de la época romana (Plinio), a la vista de lo que se observa en el terreno y como hipótesis de trabajo yo diría que el procedimiento para extraer oro en Castropodame y otros yacimientos primarios era el siguiente:

-                            Se excavaban pozos y galerías aprovechando las discontinuidades naturales (diaclasas y estratificación). Estas labores tenían siempre una segunda salida. El fuego en el interior de las labores y el posterior enfriamiento con agua favorecían la fracturación y excavación de la roca. Estas galerías, se debían hacer buscando los filones de cuarzo aurífero.

-                            Los fragmentos de roca (cuarzo) una vez arrancados eran sometidos a un proceso de trituración por machaqueo. Los morteros de cuarcita que aún encontramos son el resultado de ese proceso.

-                            Tras ese primer machaqueo y por fricción el material rocoso ya triturado se sometería al proceso de molienda que lo convertiría en una especie de “harina”. Este proceso se llevaría a cabo en los molinos que en Castropodame son por abrumadora mayoría de granito.

Para obtener finalmente el oro limpio serían necesarias otras operaciones, que son objeto de estudio en estos momentos. No hay que confundir los modernos métodos de obtención del oro con los utilizados por los romanos.

 

DATOS CONCRETOS. INCOGNITAS

 

Para poder estimar la magnitud de las labores es imprescindible dar algunos datos matemáticos. Cabe señalar a este respecto que la extensión de la superficie excavada es de 30 Has. y, el volumen de tierra removida 2,25 millones de m3. Esta cifra se refiere al conjunto del terreno, es decir tanto al yacimiento secundario (tierra blanda), como al primario (rocas compactas). Se han conservado 8 estanques cuya capacidad en ningún caso supera los 3.000 m3. Las zonas de evacuación de estériles (escombreras), se extienden hasta rebasar la carretera que conduce a S. Miguel de las Dueñas y ocupan una superficie de 50 Has. Es probable además que al menos una considerable parte de lo excavado en Los Valles y la Encinal (la fracción mas fina), llegase hasta el cauce del río Boeza; aunque en la actualidad no hay datos suficientes para confirmar esta hipótesis.

Hay que precisar no obstante que son todavía muchos los datos que pueden obtenerse del simple análisis del terreno y que están a la espera de futuros trabajos de investigación y sobre todo que son numerosas (yo diría mas bien infinitas) las preguntas que cabría formularse sobre estas minas y que no tienen respuesta. Aunque es un tema que interesa a cualquier estudioso de la historia, es particularmente importante para Castropodame, pues hay fundadas razones para pensar que el origen del pueblo en muchos aspectos (nombre, ubicación, distribución de cultivos…) hay que buscarlo en esas antiguas explotaciones. Por ejemplo el hecho de que aún hoy día en las paredes de sus casas se conserven tantos morteros de cuarcita y fragmentos de molinos de granito, sugiere que ya en época romana había un núcleo de población estable en el lugar que hoy ocupa el  casco urbano. Aunque puede indicarse que tales restos han sido quizá traídos desde otros lados (Llamillas), lo cierto es que tipo de rocas que se hallan en el suelo donde se asienta el pueblo son similares a las de Llamillas, luego no tendría mucho sentido la idea del transporte. Si se confirmase que en efecto hubo ya un asentamiento estable romano, habría que definirlo dentro del actual entramado de calles. Esta sola cuestión es ya de por si un trabajo complejo. También convendría saber el papel que jugaron los castros (uno al lado mismo de la población y justamente frente a las minas) en el pasado. Interesante sería asimismo saber el período exacto de funcionamiento de las minas, el número de trabajadores, quién o quienes dirigían las labores. Como ocurre en cualquier trabajo de investigación, cada respuesta lograda da lugar a nuevas preguntas, lo que hace que el trabajo de los investigadores nunca tenga fin. El estudio de estas minas es pues una asignatura pendiente para los estudiosos de la minería romana en general y para los de Castropodame en particular.

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