La disputada Herencia de Don J. Manuel Fajardo Bustamante Parte IV
 

LA DISPUTADA HERENCIA DE DON J. MANUEL FAJARDO BUSTAMANTE (IV).

          Unas maniobras de difícil justificación.

En este artículo (el cuarto sobre este asunto), vamos a entrar en el punto clave. ¿Fue legítimo y aceptable el testamento último y definitivo del Sr. Manuel Fajardo?. La Justicia en su momento dictaminó que NO. Veamos los detalles. Apunto eso si que es un asunto que ahora aún estoy analizando.

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A juzgar por lo que hoy conocemos en los días posteriores al fallecimiento del Sr. Manuel Fajardo ya hubo ciertos indicios que apuntaban a que su testamento se realizó rodeado de cierta polémica. En el acta de enterramiento redactada en la parroquia de Castropodame, el cura de turno (D. Juan Antonio Merino) anotó que había pedido en varias ocasiones al escribano (notario) que tenía el testamento del fallecido que se lo mostrase porque sospechaba que tenía algunas “mandas piadosas”, es decir que habría dejado encargadas misas por ejemplo, pero el escribano (Bernardo Fernández Maldonado, vecino de Bembibre), siempre se había negado a ello sin dar razones muy convincentes. Esto sucedió en el año 1765 y muchos años más tarde, en 1789 cuando se inició una investigación sobre este asunto de nuevo se acudió a los archivos parroquiales de Castropodame y se constató que en efecto al escribano citado y “por motivos que le ocurrían”, no le era posible entregarlo. Respuesta como vemos es a todas luces insatisfactoria.

Cuando en 1789 se inició un largo litigio en torno a las circunstancias que rodearon la redacción del testamento del Sr. Manuel Fajardo, fue preciso llevar a cabo numerosas investigaciones y entre ellas un interrogatorio al que respondieron en calidad de testigos 12 personas, la gran mayoría (aunque no todas) vecinos de Castropodame. Es esencialmente a través de las declaraciones aludidas de las que cabe deducir que en efecto en la redacción de ese testamento del vecino de la Casa Solariega de Castropodame hubo “gato encerrado”. En esta investigación iniciada en 1789, se puso de manifiesto también que cuando la Justicia de Castropodame en 1765 y tras haber fallecido el Sr. Fajardo, pretendió realizar (como al parecer era preceptivo) un inventario de los bienes del difunto, tanto su viuda Dª Juana de Quiroga como el hermano de esta D. Bernardino (clérigo en Astorga), se opusieron a ello y al parecer con malos modales ya que cuando el 29 de noviembre de 1765 el Juez de Castropodame y varios testigos mas llegaron a la casa donde vivió el Sr Fajardo, (la que hoy es aún llamada La Casa Solariega) acompañados del escribano, la citada viuda y su hermano clérigo les recibieron con “palabras poco decorosas”. No conocemos textualmente cuales fueron tales palabras. No obstante como he dicho es a partir de las declaraciones de 12 testigos de donde se pueden extraer mas detalles de lo que ocurrió. Lo que a grandes rasgos declararon es lo siguiente.

El Sr. D. Manuel Fajardo Bustamante no tenía hijos, ni tampoco por lo visto sobrinos y sus familiares mas cercanos eran dos primas y un primo (hermanos todos) que vivían en Villafranca con los que tenía un trato muy cordial y a los que iba a ver a Villafranca y otras veces venían estos a su casa de Castropodame donde pasaban cierto tiempo. El aprecio y el afecto del Sr. Fajardo por ellos se acrecentó aún mas cuando estos quedaron huérfanos pues aunque debían ser de la pequeña nobleza, tenían un medio hermano que fue quien se quedó, (posiblemente) con la mayor parte de la herencia (el mayorazgo y señorío de Vilarelo al parecer).

Por el pueblo de Castropodame se difundió el rumor de que el Sr. Fajardo dejaba por sus herederos a sus primos, lo cual parecía lógico ya que los bienes (cuantiosos por lo que sabemos) del Sr. Fajardo los había heredado de un tío suyo. Es mas al parecer se llegaron a conocer una serie de detalles concretos al respecto como que a algunos de sus criados también dejaba alguna finca. Incluso hubo quien declaró que públicamente el Sr. Fajardo había manifestado que sus herederos serían sus primos. Por si esto fuese poco hubo quien declaró que se llegó a descubrir un fragmento de un testamento hecho por el Sr. Fajardo que estaba roto, pero en el que recomponiendo los trozos era posible leer que dejaba a sus primos (su primo y sus dos primas), por únicos herederos.

También se declaró por los testigos que cuando el Sr. Fajardo cayó enfermo en el año 1765 su mujer envió recado a Astorga a D. Bernardino que era su hermano (cuñado pues del enfermo) y clérigo en Astorga. Este D. Bernardino de Quiroga y Losada vino a Castropodame y por lo que parece con el propósito de hacer que el Sr. Fajardo revocase su primer testamento y realizase otro que es el que al fin fue definitivo y cuyo contenido ya hemos visto, (capítulo II). Hubo un testigo que dijo que D. Bernardino había dicho que el primer testamento hecho por el Sr. Fajardo estaba mal hecho y que había dado a entender que era preciso hacer otro. En definitiva que de las múltiples declaraciones se deduce que tanto la mujer del Sr. Fajardo, como su cuñado y como incluso su suegra no estaban conformes con que éste dejase su herencia a sus primas y primo y que en consecuencia trataron de influir en éste para que revocase el primer testamento,(del 20 de febrero de 1765),que en efecto sabemos que se hizo, entre otros motivos porque en el que resultó definitivo (28 de abril de 1765), así se hace constar expresamente. También hemos visto que según el testamento del 28-4-1765, los beneficiados eran su mujer, su cuñado y el Convento de La Peña. A sus primos ni siquiera les nombró.

Los demandantes (en el litigio del año 1789) sostienen en su acusación que además del cuñado, la mujer y la suegra, el Sr. Fajardo fue presionado (posiblemente) por los clérigos del Convento de La Peña que (esto si parece bien probado) tenían frecuente trato con el Sr. Fajardo y la mujer de este y que con frecuencia estaban en la casa de este matrimonio en Castropodame.

EL ENGAÑO

El tema espinoso es determinar si ese influjo para revocar el testamento, fue en términos aceptables o no. Si sencillamente se limitaron a aconsejarle, nada habría que objetar, pero es que a partir de las declaraciones de los testigos lo que parece deducirse es que hubo algo más. Se recurrió al engaño lo que no es aceptable ni para la justicia humana ni tampoco para la Justicia Divina.

Ya he dicho que tengo que analizar aún con mucho mas detalle toda la documentación que tengo, pero parece que una vez que el Sr. Fajardo decidió, por presiones (o consejos) al parecer de su cuñado el clérigo y de su mujer y de su suegra que debían ser por lo que sabemos personas muy devotas, de nuevo cambio de opinión y empezó a pedir que le trajesen un escribano pues quería volver a cambiar el testamento, es decir el de fecha 28-4-1765. Pero cuando el Sr. Fajardo cambio por segunda vez de opinión (estando ya muy enfermo), su cuñado, su mujer y su suegra recurrieron a una estratagema poco limpia. El Sr. Fajardo ordenaba a sus criados que fuesen a buscar un escribano y su cuñado, su mujer y su suegra les ordenaban a estos lo contrario y no sólo esto les ordenaban que engañasen a su dueño (al Sr. Fajardo) diciéndoles que volviesen al cabo de un tiempo prudencial y dijesen a su amo que no lo habían hallado. Hay que tener en cuenta que en Castropodame entonces no había escribano y que era preciso ir a Bembibre (por ejemplo) a buscar uno, tarea esta que requería un tiempo considerable. También parece que hicieron todo lo posible por evitar el contacto del enfermo (Sr. Fajardo) con otras personas y que mientras tanto el enfermo se desesperaba y pedía a voces (se sentían desde fuera de la casa) que le trajesen a un escribano para revocar el último testamento que había hecho.

Hay una serie de detalles puntuales mas que cabría añadir, como por ejemplo que la suegra del Sr. Fajardo, no permitió la entrada a la casa del enfermo a D. Gabriel de Orallo un presbítero que era vecino de Turienzo Castañero y que a veces era quien confesaba al Sr. Fajardo. En definitiva que D. J.Manuel Fajardo Bustamante fue victima de una “encerrona” urdida por su mujer, su suegra y su cuñado, pues a pesar de las voces murió sin poder revocar-como era su deseo- el último testamente hecho. El Sr. Manuel Fajardo murió pues amargado y no sabemos si siendo consciente o no de que estaba siendo engañado. Debería analizar mas los documentos que tengo para ver si fueron muchas las veces en las que sus criados “no encontraron” al escribano.

En próximos capítulos seguiré con esta historia. Adjunto una imagen del que fuera Convento de La Peña y que se vió involucrado de lleno en este litigio. Está tomada de la Red (Wikipedia) y su autor es por lo que veo un tal Gabriel Fernández.

                                   Madrid, 4 de abril de 2018

                                   Rogelio Meléndez Tercero

 
   
 
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